Así lucía Osnabrück a mi llegada.
Te pagan por entregar botellas. La idea que se tiene de devolver las botellas y que te den dinero, no es tan guay como podría parecer. Cuando compras una botella, te cobran un suplemento (25 céntimos en el caso de una de agua). Si devuelves la botella al mismo sitio donde la compraste, te dan un ticket por ese valor que tienes que canjear ese mismo día en ese establecimiento, bien sea por su importe o bien descontándolo de una nueva compra, donde seguramente lleves alguna botella, y vuelta a empezar. La idea es buena, es una manera de obligarte a reciclar, pero lo de que tenga que ser en el mismo establecimiento donde la compraste puede llegar a ser molesto.
Las puertas y los saludos. Difícil es que te saluden al entrar, por ejemplo, a un ascensor. Y el tema de sujetar puertas para que otros pasen, también es un poco justiñus brown.
Gentileza. Aparte de ese par de detalles, es gente muy gentil y amable. Por ejemplo, el primer día de trabajo un compañero me prestó una bicicleta. También están siempre dispuestos a ayudar.
!Bicicletas al poder! Es increíble el respeto que les tienen los conductores de coche a las bicicletas. Incluso si haces algo mal. Según me han dicho, puede ser debido a que si hay algún accidente, se les puede caer el pelo. Pero aún así, es un gustazo ir en bicicleta por esta ciudad.
Dora la exploradora. Este mes lo he dedicado a conocer la ciudad, el que viene ya realizaré algún viajecito. Decir que es Osnabrück es una ciudad con una extensión considerable, y con un centro histórico precioso.
Ayuntamiento e iglesia colindante.
Estatua toh nice.
Al fondo, iglesia Herz-Jesu-Kirche.
Ya os traeré más cositas. ¡A disfrutar con el sol!
Pedazo de entrada!
ResponderEliminar